viernes, 23 de octubre de 2015

¿Qué me llevo yo?

Aceras mojadas. Frío valiente. Ventana empañada. Otoño
precipitante. La lluvia golpea incesante el asfalto. El olor a
tierra se cala en mi nariz...

Aun no estoy recuperado del amargo tiempo del pasado. De
los vestigios y recuerdos que anidan como pájaros sobre mi
espalda. Una espalda ya doblegada y encorvada por el doloroso
látigo de los problemas. Un estrés insufrible y deprimente. Una vida
que carece de misión y unos amigos cada vez más ajenos...

En cambio, inexplicablemente, el tiempo ha hecho de las suyas y
ya empiezo a sonreír. He comenzado a volver a caminar. Me he
abierto paso ante las adversidades, y he respirado profundamente.
Supongo que cuanto más desesperado te sientes, más difícil es salir
del agujero.

Ya no dejo la lampara de mi cuarto encendida toda la noche, pues
ya no me encuentro tan solo. Ahora siento los abrazos más profundos
que antes. Se han intensificado. He vuelto a contar con mis dedos
quien se encuentra a mi alrededor apoyándome, y el resultado no
ha sido tan caótico como vaticinaba. Quizá todo está cambiando, por
fin, para mejor.

Parece que la lluvia romperá al fin la ventana.

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