lunes, 26 de noviembre de 2012

Fluyendo como un río.



Uno de los efectos secundarios de la vida es otorgarnos el poder de crear expectativas y planes para un futuro que todavía no está preestablecido. No existe una seguridad de antemano. No hay resguardos, ni recibos. Y muchos menos una fianza que, quizás, nos certifique que parte de nuestros sueños podrán tener lugar.

He comprendido que parte de nuestra vida la dedicamos a construir castillos. Castillos que un día soñamos y que podrían existir en un futuro. Y cada día nos esforzamos para elaborarlos físicamente. Sin embargo, el destino nos tira los cimientos, nos hace cambiar de opinión y ahora nos apetece una casa, nos lo pone dificil, etc.

¿Sabes? Eso me ha hecho entender que mucha de las cosas que tenía planeadas para mi futuro, todo lo que yo quería llegar a ser, a qué persona querer, qué afición practicar, qué lugar visitar... nunca hallan sido como yo quería. Como yo tenía planeado que fueran.

Pero te puedo asegurar que no se cierra una puerta sin abrirse una ventana, y he aceptado otras opciones las cuales no tenía previstas. Y esos nuevos planes, esas nuevas cosas, son los mejores sueños que me han ocurrido en la vida. El destino es un misterio, y nos tiene reservado siempre el mejor baile, aunque a veces nos cueste creerlo.

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