jueves, 29 de marzo de 2012

Dame 5 minutos más.

Si el tiempo fuera alimento, nos pasaríamos
todo el día delante de un banquete de momentos
para devorarlos. Nuestras ansias por conseguir
cada vez más tiempo nos derborda. Esto es debido
a que solemos dejar muchas cosas para después,
y cuando nada sale como lo habíamos planeado en
nuestra mente, nos quejamos de la falta de tiempo.

Tiempo para organizar cosas. Para decir alguien
aquello que nunca nos atrevimos a decir. Tiempo
para cambiar las circunstancias. Tiempo para llegar.
Tiempo para poder levantarnos. Tiempo para ser más fuertes.
Tiempo para aprender. Tiempo.

¿Es una regla de la existencia que siempre los
humanos dejemos todo para el final, cuando ya
apenas queda tiempo?
¿Es siempre necesario culpar a alguien o a algo
haciéndoles pagar nuestra rabia por no poder
haber hecho las cosas a su debido tiempo?

Una cosa está totalmente clara, cuando existe falta
de tiempo se toman las medidas más drásticas para
llegar cuanto antes. Por encima de mí. De ti. Y de
cualquier otro. Pero, ¿y cuándo ya no queda tiempo?
¿Qué ocurre cuándo se ha agotado el último minuto?

No hay comentarios:

Publicar un comentario