domingo, 14 de enero de 2018

Lanzaste los dados.

Explícame cómo me has ganado. Por alguna extraña razón
has jugado tus cartas demasiado bien. Siempre trato de jugar
una nueva partida para intentar de cambiar el mismo resultado,
sin embargo, se vuelve a escribir la crónica de una muerte
anunciada.

Por alguna extraña razón no logro entender tus trucos. ¿Qué
táctica utilizas? ¿De dónde sacas la magia? Te miro todo el tiempo 
sin apartar la mirada. Muevo ficha, pero tú me miras y sonríes, 
como si supieras exactamente qué estoy pensando. Analizas
mis movimientos incluso antes de que llegue a formularlos en
mi cabeza. Me siento cómo un libro abierto ante ti y eso me estremece.
En mis entrañas sé que ya tienes meditado el siguiente movimiento. 
El movimiento devastador. 

Cuando por fin me armo de valor y abro la puerta para dejarte
marchar, como buen perdedor, decides quedarte para torturarme. 
Como si tu presencia no fuera ya lo suficientemente ardua. Como
si no quisieras tener otro adversario que no fuera yo. No sé cómo 
enfrentarme a ti. Parece que eres tú el que decide cuándo se termina 
la partida. 





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