lunes, 30 de abril de 2012

When I first saw you.

Y allí estaba él, postrado en la cama, escuchando aquellas
palabras de sabiduría. Las mismas que le autodestruían. Las
mismas cargadas de una verdad inenudible.
¿Es increible el poder que pueden llegar a tener las palabras,
no? Directas a lo más profundo. No son palabras de daño, la
verdad y sinceridad de esas palabras le hacían darse cuenta
de su engaño. Del suyo propio. Ese era el verdadero daño.

Entre ellas solamente conseguía entrecruzarse
un fino humo blanco que emanaba de sus pensamientos,
que producía su corazón, donde deseaba que todo
ese matojo de sentimientos que tenía por dentro
se solucionase. Ése el cual conoce perfectamente y que,
a su vez, no es capaz de explicar. Que le asfixia, que le
somete y lo aprieta.

Entonces, entre lágrimas, con las manos abiertas, con la
imagen de ella en la mente, después de una dura verdad,
buscó entre todo su ovillo de sentimientos, se puso de pie
y se dio cuenta de algo muy importante. Y de aquel momento
de iluminación solo recuerdo que dijo una sola cosa, algo que
se llevó el viento. Algo así como: La primera vez que te vi dije,
¡oh dios mio!, esto es un sueño. Tu eres mi sueño... Y desde entonces
he tenido el sueño más hermoso de mi vida.

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