domingo, 24 de julio de 2011

Stage.

Euforia. No tenía otra palabra para describirlo mejor. Bueno, sí
las tenía, pero venían en puñado, como las estrellas.
Después de tantos ensayos, tan poco tiempo, ideas y alguna que
otra pelea... lo hicimos. Antes de pisar con un pié aquel escenario,
los nervios eran muy sufribles. Muchos intentaban diferentes métodos
para ahuyentarlos aunque fueran totalmente en vano. La entrega y el
éxtasis de la gente era palpable en el ambiente. Habían tantas miradas
que no se podía escapar ni el más mínimo ángulo muerto.

Seguidamente, al escuchar el nombre de nuestro grupo, subimos a
toda prisa al escenario. Y, una vez más, al comenzar la canción
me vi haciéndolo. Es más, disfrutándolo. Era como si esto ya hubiese
nacido conmigo. Era como un montón de fuegos artificiales. Y ahí
estaba yo, actuándo como si fuera la primera vez. Y sintiéndo que
el mayor premio no eran los regalos posteriores, ni la fama, ni el
reconocimiento; el mayor premio era tener mis piés encima de un
escenario haciéndo lo que de verdad quería hacer. Ese es el
mayor premio de todos.

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