martes, 26 de marzo de 2013

Mensaje de vuelta.

-Mira los pájaros- decía con gran desconsuelo, -¿cómo pueden
estar ahí arriba, flotando, sin ningún miedo a volar?

El atardecer volvía negras sus figuras. Eran como pequeñas sombras
que jugaban con las nubes. Las acariciaban, las traspasaban, e incluso
se quedaban con ellas para hacerles compañía y que no se sintieran 
tan solas, aunque solo fuera por un pequeño rato. 

Sus ojos cada vez brillaban con más fuerza. Observaba los pájaros de
aquel veintiséis de marzo con gran ansiedad.Cuando me fijé en sus ojos
descrubí que estaban siguiendo a esos pájaros. El banco, en el cual nos
encontrábamos, estaba temblando debido al movimiento de pierna
que hace él cada vez que está entusiasmado. 

-¿Sabes una cosa?, ¿cómo pueden ser ellos capaces de desafiar
a la gravedad? ¿Nacieron así? Quiero decir, de dónde sacaron
toda esa fuerza para volar? 

Entonces me levanté de un salto. El polvo de debajo de mis 
pies tomó un billete de avión hacia mis alrededores hasta aterrizar
de nuevo. Agarré su mano y aplicando algo de fuerza lo levanté
del asiento. Acerqué su cara a la mía y le dije con todas mis ganas:

-¿Quieres saber por qué son capaces de volar? Porque ellos tomaron
su oportunidad para volar. Todos merecemos una oportunidad para
volar. Y ellas cerraron los ojos y saltaron.

Algo dentro de mí estaba cambiando.

-Espero que tu cojas la tuya y seas feliz hasta el final. Sé como esos
pájaros de ahí, nunca tengas miedo de que algo o alguien pueda hundirte.
Sé ilimitado. 
  
Y entonces observé como su pecho se llenaba de fuegos artificiales. ¡Y estallaba!


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